La agenda de una reforma política en serio debería incluir, como mínimo, los siguientes temas:
*Eliminación de la intervención del Ministerio del Interior en todo el proceso electoral, desde la emisión y distribución de los DNI hasta el escrutinio provisional.
*Adopción del sistema de boleta única para los cargos nacionales, separada de las boletas para cargos provinciales y municipales. Se terminaría así con los problemas de distribución de boletas, el efecto arrastre de los cargos nacionales y las listas colectoras, y se abarataría el costo de las elecciones.
*Limitación en las candidaturas: 1) cada partido o alianza sólo puede presentar una lista; 2) cada candidato sólo puede presentarse por un partido, con lo cual se acaban las listas «espejo»; 3) los candidatos que pierdan la interna o la primaria no pueden presentarse con ningún otro rótulo partidario o alianza, lo que contribuirá, en parte, a disminuir la fragmentación del sistema de partidos y la creación de partidos que funcionen como comodín; 4) una persona sólo puede presentarse a un cargo, sea nacional, provincial o municipal, con lo cual se terminan las comúnmente denominadas listas «quiniela».
Habría que establecer también algún tipo de sanción para los candidatos que no asuman los cargos que han ganado, para evitar así las candidaturas testimoniales.
En cuanto a las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, es importante advertir que, si bien amplían la participación de la ciudadanía en la selección de los candidatos, no garantizan que los candidatos sean más honestos, más inteligentes, más idóneos, ni más representativos que los que tenemos hoy.
Para ver el panorama completo, habrá que estudiar si es positivo que los afiliados a un partido estén autorizados a seleccionar los candidatos de otros y también habrá que analizar si es razonable que se obligue a todos los ciudadanos a participar en contiendas partidarias. Son temas que a priori resultan opinables.
Pero la verdadera reforma política no depende sólo de la sanción de leyes, sino del cumplimiento de esas reglas. Por ejemplo, en materia de financiamiento de la política, la equidad en la competencia mejoraría notablemente si los gobiernos de turno cumplieran las leyes que ya existen y no utilizaran los recursos públicos para financiar la campaña de los funcionarios, sus familiares y sus amigos.
La reforma política es importante, pero no es el tema prioritario hoy. La idea de la apertura al diálogo es positiva, pero si no se priorizan los temas de la agenda, el diálogo será sólo una cortina de humo, mientras unos pocos siguen decidiendo en soledad.
Publicado en Diario La Nación, 14 de Julio de 2009
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1150285