Los primeros estudios sobre género y corrupción pusieron el acento en las condiciones y características psicológicas o incluso morales que diferenciarían a hombres y mujeres, sugiriendo que las mujeres son más honestas y menos tolerantes a la corrupción y que la mayor presencia de mujeres en el gobierno y en la actividad económica coincidiría con menores grados de corrupción.
Aunque los estudios sobre psicología social han demostrado en los últimos años que la honestidad e integridad no es una condición consustancial al sexo. Es llamativo que aún en la actualidad algunos gobiernos sigan adoptando políticas públicas en base al presupuesto de que las mujeres son menos propensas a la corrupción que los varones.
Parece claro que sobre todo en materia de políticas públicas, gobernanza y diseño institucional es necesario revisar las presuposiciones y mitos y tratar de detectar, a través de estudios en casos concretos y no simulados, cuáles son las áreas en que la corrupción y la lucha contra la corrupción presentan efectos y dan lugar a actitudes diferenciadas por género. Esto permitirá desarrollar políticas anti-corrupción más eficientes y -cuando sea necesario- diversificar esas políticas en atención al género.
En el trabajo que ahora publica el Centro Regional del PNUD, utilizamos una perspectiva de doble entrada para abordar el tema de la relación entre género y corrupción.
Por un lado analizamos la corrupción como fenómeno social. En este sentido tratamos de desentrañar con una mirada de género el tema de los actores, las monedas de intercambio y las víctimas en los casos de la corrupción. A continuación investigamos los procesos que conducen a la consolidación de la corrupción como problema público. Desde esta perspectiva revisamos si existe una diferenciación de género en cuanto a la instalación del problema en la agenda, la denuncia, la investigación y la respuesta institucional y social frente a la corrupción.
Uno de los déficits más notorios en los análisis sobre género y corrupción es la ausencia de datos concretos que corroboren las hipótesis de trabajo y sean un punto de partida sólido para la propuesta de políticas públicas. Para avanzar en este sentido, la investigación apuntó -en una etapa inicial- a recabar datos concretos sobre algunas de las aristas de la relación género/corrupción en tres países de Latinoamérica -Chile, Colombia y El Salvador- como punto de partida para investigaciones más abarcativas.
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